Autor: ecapuntoeca

Carta para Dios Quiero tener una pija Quiero una buena pija Quiero una pija entre las piernas. Porque no es lo mismo tener una en el cajón de la mesita de luz que tener una entre las piernas.  No es lo mismo ponerse un cinturonga, no me sirve. Yo quiero[…]

Roberto no era mucho más alto que yo. Tenía la piel oscura. El pelo y los ojos bien negros. No sé cuántos años tendría, era grande, pero más joven que mi mamá. Vivía en una pieza en la terraza. Era chica y un poco oscura, sin ventanas. Roberto tomaba vino[…]

Necesito hablar contigo. Antes tenía la certeza de que podrías salir de esta situación, pero ahora no lo sé. Tengo miedo. Tengo miedo de que me dejes sola en este país. Hace siete meses que estás desempleado. Los sobres con aviso de deudas no paran de llegar bajo tu puerta.[…]

Me desperté acá, no allá. Otra vez me pasó lo mismo. Me quedé en esa noche en su ambiente con cocina de la calle Georgenstraße, en ese primer piso a la calle que olía a tabaco, libros y polvo. Lo que hubiera dado por vivir ahí con él, sumergida en[…]

Troska Petisa morocha peronista, tan Néstor, Evita, fundamentalista, cojemos y que bien chupas la pija, pero qué linda está la troska colorada que fuma armado con su piel pálida y yo ahí nomás aguante el socialismo Marx, Lenin, el trotskismo y no importa si me importa importa solo tenerte cerca[…]

El lente es la prolongación de su cuerpo quieto. Desde la silla, él la fotografía en silencio. Afuera el viento mueve las ramas del cedro que vigila la casa. El fuego crepita en la enorme chimenea. Ella se desnuda lentamente frente a las llamas que entibian su cuerpo. Deja que[…]

1. Hace muchas noches que no duermo. La búsqueda de la casa de nuestros sueños consume toda mi energía pero estoy feliz. Sé que estamos cerca. Tengo como veinte páginas abiertas en la compu con muchas opciones: casas, departamentos, PHs. Las negociaciones con el banco van bien. Esto del boom[…]

El sonido de nuestros cuerpos rebotando uno contra el otro nos recordaba lo prohibido. Tu piel con la mía, tus glúteos contra mis muslos. Ese clap, clap, clap que sonaba en el entrepiso del lavadero de tu casa y que pensábamos que nadie escuchaba. Vos y yo. Nosotros. Apenas nos[…]

Odiaba la casa a la que nos habíamos mudado. Me molestaba ver los muebles todos amontonados porque ahora teníamos menos espacio. Pero lo que más odiaba era mi nuevo cuarto. En vez de las paredes celestes con las estrellas que brillaban cuando apagaba la luz, mi habitación nueva las tenía[…]