El criterio de Salomón, Nicolás Fontana

Ilustrado por Horacio Petre

El único sonido que envuelve la sala proviene del reloj que observa desde su trono del tiempo la inútil necesidad de querer prevalecer. Desde que llegaron, Romina y Leticia no se dirigen la palabra ni cruzan miradas. No hay ningún sentimiento de unión que se desprenda de ellas. Si un agente externo las observara le sería muy difícil afirmar que vinieron juntas. El revistero no ofrece ninguna distracción. La sala de espera es blanca desde el techo hasta el suelo. La iluminación es exagerada. El segundero avanza como si no importara el pasado. La manecilla más larga pareciera exhausta, pasada de rosca, corriendo de atrás, buscando alcanzar a la manecilla conocida como horario. La recepcionista pronuncia apellidos que no les corresponden. La tensión aumenta, se vuelve poderosamente filosa, capaz de cortar una montaña.

Hace cuatro años que Leticia comenzó con la idea de separarse de Romina. Nunca le dijo nada, pero en secreto sus deseos crecían gota por gota. No era fácil. Habían estado juntas por diecinueve años. En el recorrido, no hay que negar, hubo momentos muy felices, donde la unidad entre las dos fue especial, como si fuesen una misma alma. Durante un tiempo funciono pero la energía al parecer no es renovable. Leticia tenía la plena seguridad de que a Romina le sucedía lo mismo, pero en el último tiempo dejaron de hablarse. Las diferencias mínimas a medida que crecía la relación comenzaban a erosionar la piedra de la tranquilidad. Leticia es hincha de River y Romina de Boca. Leticia ama el frio y usar bufanda y a Romina le gusta el calor agobiante. Leticia a diferencia de Romina es más que una tomadora social. Ingiere tres litros de cerveza todos los días, fuma tabaco y marihuana en proporciones industriales. A Romina el solo olor del alcohol la marea. Y el cigarrillo le da tanto asco que le produce ganas de lavarse los dientes. .Leticia es una ferviente admiradora de La Revolución Cubana y Romina es una gusana insaciable. Leticia quiere mucho a Fernando y juntos leen a García Márquez y a Alejo Carpentier. Romina odia a Fernando porque nunca soporto el “realismo mágico” o “lo real maravilloso”. Romina quiere mucho a Juan Manuel y juntos participan en una organización dedicada a rescatar perros de la calle. Leticia odia a Juan Manuel porque es la típica persona con sensibilidad hacia los animales pero con desprecio hacia la gente pobre. Leticia prefiere no festejar su cumpleaños. Ella desea pasar desapercibida, no invitar a nadie, no recibir mensajes, si pudiera le gustaría que ni Romina este presente. A Romina le fascina festejar su cumpleaños, recibir invitados, regalos, festejarlo con la familia primero, luego solo con amigos y compañeros de la universidad. Por último y en la intimidad festejarlo con Leticia.

Para el final, la situación era prácticamente insostenible. Según Leticia, cuando hace el amor lo que más odia de Romina es su respiración. Siempre presente. Leticia siente que la invaden. En cambio para Romina no hay nada peor que la transpiración de Leticia. Ella siente que se inunda, que se ahoga en aguas profundas.

En cuanto a la familia, la mama de Leticia nunca las negó. Piensa que ellas juntas podrán superar cualquier inconveniente. Que las miradas ajenas no lograran desanimarlas. El papa de Romina no esta tan convencido, desconfía del conservadurismo que siempre caracterizo al pueblo. Trata de que no se note, pero en el fondo desea que no estuviesen juntas, y se siente culpable por ello.

Es cierto que en un principio fue un impacto grande para el pueblo. No estaban acostumbrados y si bien se puede decir que la primera reacción fue de rechazo, con el tiempo las cosas se acomodaron y para sorpresa de todos dejaron de ser el centro de los chismes. Se las podía ver paseando juntas por el centro comercial y nadie les llevaba el apunte.

Es muy difícil detectar cual fue la gota que rebalso el vaso pero la última pelea sirve para graficar el escenario de agotamiento:

-Para la fiesta del sábado tenemos que ir todos vestidos de rojo propuso- Romina entusiasmada. 

-La concha de la lora- pensó Leticia y comenzó a masticar su malestar. Me parece una pelotudes ir todos vestidos de rojo, no quiero, no voy- se plantó decidida a confrontar.

-Últimamente todo te viene mal, más si viene de mi parte, haces de todo un problema no puedo ir sola-.

-Además van a estar todos tus amigos que son más aburridos que la mierda, 

-ah claro, los tuyos que son todos alcohólicos y faloperos son de divertidos, una murga son 

-Anda a cagar pelotuda, cerra el orto

-Pelotuda vos forra, me tenes podrida

-Y vos a mí también no te soporto mas, cerra la boca o te cago a trompadas 

-Odio estar con vos, odio tu voz, déjame tranquila un puto minuto de mi vida. Ya el solo hecho de dormir con vos me da asco 

-y vos sos una cruz insoportable de cargar, el solo tocarte me dan ganas de vomitar 

Leticia y Romina se agarraron a trompadas rompiendo todos los muebles de la habitación. Cuando finalizo la pelea estaban tan exhaustas que se fueron a dormir. Al día siguiente se despertaron abrazadas.

Esa misma mañana, Leticia y Romina se estaban lavando los dientes y no importa quién lo dijo primero: 

-Me quiero separar. 

-Yo también. 

La manecilla llamada horario señala que ha llegado el momento. Ambas son anunciadas y atraviesan la puerta al mismo tiempo. El doctor Bacigalupo le informa tanto a Leticia como a Romina que la operación tardaría once horas. En detalle explica lo peligroso del proceso y que no puede garantizar que salgan con vida. Les pregunta si quieren hacer la operación y les alcanza unos documentos de deben leer y firmar. Las siamesas Vargas se miran a los ojos y responden afirmativamente.