Isla Bonita, por Naty Ezequiela
El globo terráqueo giraba y yo hipnotizada lo veía dar vueltas y vueltas. Cerré los ojos y lentamente fui acercando el dedo índice, hasta que lo toqué y se detuvo.
—¡Agua! —gritaste antes de que yo pueda mirar. Riendo me acercaste el globo y esta vez yo le di vueltas